HIJAS Y ESPOSAS
GASKELL, ELIZABETH
Sinopsis
Larga novela victoriana en que un viudo, el doctor Gibson, padre de una hija en edad de merecer, se casa con una maestra que, a su vez, tiene también una bella hija. Su segunda esposa es una mujer que vive sólo para las apariencias y cuya hija es una joven incapaz de expresar sus sentimientos más profundos debido a una infancia marcada por el abandono y la infelicidad. Frente a estas dos hijas la autora nos retrata a los hijos del terrateniente Hamley, que representan el conflicto entre lo racional y la decadente languidez.
Biografía del autor
Elizabeth Cleghorn Stevenson (Gaskell de casada) nació en Londres en 1810. En 1832 contrajo matrimonio con William Gaskell, ministro unitario, y la pareja se estableció en Manchester, una ciudad sometida a las secuelas de la revolución Industrial. El choque que supuso el contacto con esta sociedad quedaría reflejado en varias de sus novelas: Mary Barton (1848) o Norte y Sur (1855; Alba Clásica Maior núm. xxiv). En 1857 publicó la Vida de Charlotte Brontë (Alba Clásica Biografías, núm. iv), una de las biografías más destacadas del siglo xix. Otras obras suyas son La casa del páramo (1850; Alba Clásica, núm. civ), Cranford (1851-1853; Alba Clásica, núm. xlii), Cuentos góticos (Alba Clásica, núm. xciv), Los amores de Sylvia (1863), La prima Phyllis (1863-1864; Alba Clásica, núm. ciii), e Hijas y esposas (1864-1866; Alba Clásica Maior núm. xlii), cuyos últimos capítulos dejaría sin concluir a su muerte, acaecida en 1865 en Alton, Hampshire.
Larga novela victoriana en que un viudo, el doctor Gibson, padre de una hija en edad de merecer, se casa con una maestra que, a su vez, tiene también una bella hija. Su segunda esposa es una mujer que vive sólo para las apariencias y cuya hija es una joven incapaz de expresar sus sentimientos más profundos debido a una infancia marcada por el abandono y la infelicidad. Frente a estas dos hijas la autora nos retrata a los hijos del terrateniente Hamley, que representan el conflicto entre lo racional y la decadente languidez.