FILOSOFÍA ZOMBI
FINALISTA PREMIO ENSAYO 2011
FERNÁNDEZ GONZALO, JORGE
Los zombis llegan a la filosofía. A través de la producción fílmica de George Romero y de otras obras sobre el género de los muertos vivientes (películas, cómics, series de televisión y videojuegos), Filosofía zombi urde un original análisis sobre las sociedades de control y las tecnologías de mediación que nos separan del acontecimiento de lo real. El zombi representa una no-construcción en el otro, esa falta de otredad a que se encamina el sujeto de las sociedades tardocapitalistas.
De este modo, las plagas de cadáveres andantes de la ficción nos sirven como metáfora para entender la complejidad de nuestra sociedad posmoderna. Si Maurice Blanchot definía la muerte como aquello que no se localiza en el acontecimiento, estos horripilantes no-muertos viven esa prolongación, proponen, a través de la espectacularidad de su código visual, un encuentro con el miedo y con el acontecimiento del ser. La ontología zombi redescubre entonces los espacios de la intimidad que habían permanecido sepultados bajo los paradigmas tecnoafectivos actuales, por la publicidad masiva y el hiperconsumismo descontrolado, y la ficticia amenaza de un apocalipsis y el colapso total de la civilización que suele acompañar a las producciones del género constituyen una crítica oblicua de las sociedades actuales del espectáculo y la tecnificación, como ya denunciaran autores como Baudrillard, Debord o Deleuze, entre otros.
Filosofía zombi plantea a lo largo de sus siete capítulos el problema de la escritura y la focalización: ¿desde dónde escribir y empezar a comprender el mundo que nos rodea? ¿Qué pieza clave desplegaría toda la arquitectura de los discursos una vez que la pandemia ha comenzado? En cierto modo, el zombi como idea, el concepto-zombi, tal y como nos propone el libro, consistiría en una vuelta de tuerca más por los laberintos de la filosofía contemporánea, en un intento por abandonar el perímetro de lo cotidiano, tal y como sugería Robert Kirkman, el autor de la exitosa serie The Walking Dead, y adentrarnos así en el peligro de pensar la sociedad tecnificada en que vivimos.
Los zombis llegan a la filosofía. A través de la producción fílmica de George Romero y de otras obras sobre el género de los muertos vivientes (películas, cómics, series de televisión y videojuegos), Filosofía zombi urde un original análisis sobre las sociedades de control y las tecnologías de mediación que nos separan del acontecimiento de lo real. El zombi representa una no-construcción en el otro, esa falta de otredad a que se encamina el sujeto de las sociedades tardocapitalistas.
De este modo, las plagas de cadáveres andantes de la ficción nos sirven como metáfora para entender la complejidad de nuestra sociedad posmoderna. Si Maurice Blanchot definía la muerte como aquello que no se localiza en el acontecimiento, estos horripilantes no-muertos viven esa prolongación, proponen, a través de la espectacularidad de su código visual, un encuentro con el miedo y con el acontecimiento del ser. La ontología zombi redescubre entonces los espacios de la intimidad que habían permanecido sepultados bajo los paradigmas tecnoafectivos actuales, por la publicidad masiva y el hiperconsumismo descontrolado, y la ficticia amenaza de un apocalipsis y el colapso total de la civilización que suele acompañar a las producciones del género constituyen una crítica oblicua de las sociedades actuales del espectáculo y la tecnificación, como ya denunciaran autores como Baudrillard, Debord o Deleuze, entre otros.
Filosofía zombi plantea a lo largo de sus siete capítulos el problema de la escritura y la focalización: ¿desde dónde escribir y empezar a comprender el mundo que nos rodea? ¿Qué pieza clave desplegaría toda la arquitectura de los discursos una vez que la pandemia ha comenzado? En cierto modo, el zombi como idea, el concepto-zombi, tal y como nos propone el libro, consistiría en una vuelta de tuerca más por los laberintos de la filosofía contemporánea, en un intento por abandonar el perímetro de lo cotidiano, tal y como sugería Robert Kirkman, el autor de la exitosa serie The Walking Dead, y adentrarnos así en el peligro de pensar la sociedad tecnificada en que vivimos.