FRANCESCA WOODMAN
CHRIS TOWNSEND
La existencia de Francesca Woodman fue fugaz: a la edad de 22 años saltó desde la ventana de su apartamento en Nueva York. Pero Francesca Woodman también fue una excepcional fotógrafa cuyas inquietudes perduran mucho después de su muerte en forma de misteriosas imágenes. A Woodman le interesaba principalmente el retrato, y centró mayoritariamente su producción sobre su propio cuerpo, habitualmente desnudo. Llevó a cabo sus primeros trabajos con 13 años, ya adoptando un estilo característico, casi siempre fotografiando en blanco y negro, con formato cuadrado, y dando prioridad a la iluminación para, a través de ella, conseguir que la atención recayera sobre un sujeto principal (y normalmente único) en la escena. Con 17 comenzó estudios en Providence, en la Escuela de Diseño de Rhode Island, y consiguió una beca para cursar el tercer grado en Roma. Allí se identificó con el surrealismo y el futurismo, que desde entonces ganaron presencia en sus fotografías, así como la decadencia, manifiesta en las paredes desnudas y los objetos antiguos que también comenzaron a poblar sus trabajos.
En Roma realizó sus dos únicas exposiciones individuales. A su vuelta a los Estados Unidos, terminó sus estudios en Providence y se mudó a Nueva York, donde se embarcó en proyectos más ambiciosos, incluyendo el diseño de nuevas exposiciones y de varios libros sobre su obra hasta entonces; para ella, el medio ideal para la publicación de su trabajo era éste en vez de la exposición en galerías. Uno de ellos, Some disordered interior geometries, fue publicado en los primeros días de 1981. Semanas después, la tarde del 19 de enero, se suicidó.