FRANÇOIS TRUFFAUT
TOUBIANA, SERGE / DE BAECQUE, ANTOINE
François Truffaut tuvo el talento y la fortuna necesarios para materializar un sueño peligroso: el de un crítico de cine convertido en director. En 1959, cuando tenía 27 años, agarró una cámara para filmar 'Los 400 golpes'. Y enseñó al mundo que, para hacer cine, no hacía falta ninguna escuela ni pasar por el meritoriaje: se podía aprender a rodar películas desde una butaca.
Serge Toubiana y Antoine de Baecque, dos pesos pesados de la revista 'Cahiers de Cinéma', escribieron en 1996 la mejor biografía de Truffaut, que, por fin, se ha editado en España ('Truffaut', Eds. Plot). Akal también acaba de sacar 'François Truffaut. En acción', un análisis de su obra a cargo de Carole Le Berre. De su lectura se desprende que Truffaut amó tanto el cine como las mujeres. Su infidelidad compulsiva le causó tantos trastornos como la constatación de una dura realidad: que los filmes «son más armoniosos que la vida». Como le decía a su alter ego Jean-Pierre Leaud en 'La noche americana', «las películas avanzan como trenes en la noche, tú y yo estamos hechos para ser felices en este trabajo».
'El pequeño salvaje', 'El amor a los veinte años', 'Domicilio conyugal', 'Fahrenheit 451', 'El amor en fuga', El último metro'... Todas sus películas están en DVD. Descubrir a Truffaut puede cambiarte la vida. Un ejemplo: la primera lección que el maestro de 'La piel dura' imparte a sus alumnos. Habla, claro, en boca del propio Truffaut:
«Quería deciros que si elegí el oficio de maestro fue porque guardo un mal recuerdo de mi juventud y porque no me gusta la forma en que se trata a los niños. La vida no es fácil, es dura, y es importante que aprendáis a endureceros para que podáis enfrentaros a ella, ojo, endureceros no ser insensibles. Por una especie de extraño equilibrio, aquéllos que tuvieron una infancia difícil están generalmente mejor dotados para enfrentarse a la vida adulta que aquellos otros que disfrutaron de protección o de un exceso de cariño. Es una especie de ley de compensación. Más adelante tendréis hijos, y yo espero que vosotros los queráis y que ellos os quieran. En realidad, ellos os querrán si vosotros los queréis. Si no, traspasarán su amor o su afecto, su ternura, a otras personas o a otras cosas. Porque la vida está hecha de ese modo: no podemos vivir sin querer y ser queridos».
François Truffaut se había construido una imagen bastante plana de sí mismo: la de un cineasta ferozmente independiente que sólo vivía para sus películas, respetuoso con el público y preocupado por su fidelidad, muy cortés con la prensa. Truffaut cultivó esa imagen de personaje juicioso, aun cuando se sabía que solía enamorarse de sus actrices y que en cada una de sus películas se contaba una historia que dejaba translucir casi siempre su autobiografía? De su atormentada infancia y una adolescencia al borde de la delincuencia, el hombre adulto conservó algunas heridas secretas y una dosis de violencia siempre contenida.
Hay en su trayectoria un aroma novelesco que le vincula al siglo XIX, eso que podría llamarse la marca del destino.
Actor principal del movimiento de la Nouvelle Vague, Truffaut vivió desde dentro una de las épocas más convulsas de la historia del cine. Desde su faceta de crítico, retratada en este libro como una verdadera educación sentimental, Truffaut saltó a dirigir su primer largometraje, "Los cuatrocientos golpes", una obra fundacional y viva que continúa siendo una de las más sinceras y emotivas visiones del final de la infancia. Sus 24 años como director de largometrajes concentran la urgencia de alguien que quería contar muchas de sus pasiones: el sexo, las mujeres, los libros, el cine, la infidelidad, la educación, la niñez, la muerte? "Jules et Jim", "La piel suave", "Fahrenheit 451", "Besos robados", "El pequeño salvaje", "Las dos inglesas", "La noche americana", "El hombre que amaba a las mujeres", "El último metro" o "La mujer de al lado" son sólo algunas de sus obras más recordadas.