IRSE YENDO
LEONOR COURTOISIE
Irse yendo es, como Macbeth (obra dentro de esta obra), una pieza de acción, en las antípodas de la prescripción moral o política. No se disecciona la ley de enjuiciamiento civil ni se explican las reglas del neoliberalismo ni las lógicas sociológicas de la gentrificación. Connaturalizada por la realidad que retrata, no otra que el frenesí del capitalismo hípster montevideano sumado al frenesí epistemológico de la narradora, su prosa es una chispa comepólvora capaz de dar cuenta con todo lujo de detalles de la vida de una familia entera y de un momento histórico en algo menos de 200 páginas. Magro y a la vez voluptuosísimo, así es el estilo de nuestra autora Ni permiso ni perdón por los signos de puntuación galopantes. Ni permiso ni perdón por las reiteraciones desde la página uno, cuando todavía la lectora no sabe que la cosa va del eterno retorno. Ni permiso ni perdón por los dramas de la feminidad narrados a lo «fumando espero». Ni permiso ni perdón por su absoluto desinterés ante eso que el lobby de nuestra profesión (la crítica, las escuelas de escritura puaf , los emails redactados por las agentes y por las directoras literarias de las editoriales) ha dado en llamar «la psicología del personaje», patologizando hasta lo que nos sale del grasiento teclado. Irse yendo es, como buena tragedia, oscura y lúbrica.