LA CASA DE OZU
MARTA PERIS EUGENIO
La casa de Ozu propone al lector visitar los escenarios del cineasta, no como meros decorados que enmarcan historias corrientes del Japón de los años 50, sino como escenarios de vida sobre los que el espectador es capaz de proyectar su propia experiencia. Los planos que construye Yasujiro Ozu ofrecen imágenes que resultan naturales al ojo del espectador, coherente con la cotidianidad que describen. Pero a la vez, su alto grado de abstracción y universalidad, fruto de un exhaustivo proceso de estilización, las eleva a expresión poética y, como toda imagen del arte, penetran directamente en la conciencia del espectador, remitiéndole al acto primigenio de habitar. Los escenarios de Yasujiro Ozu no solo seducen por la extraordinaria belleza de sus planos, sino que proporcionan al espectador y al lector la oportunidad de trascender la casa objeto en la casa verbo: la mágica experiencia de habitar en la imagen.
Los personajes, habitantes de la casa de Ozu, construyen situaciones que hacen visible el potencial de la casa japonesa. Y a la vez, a través de la casa y en concreto de los planos vacíos, planos despoblados de vida humana pero repletos de sus huellas, el espectador es capaz de ahondar en el mundo interior de los personajes y en la historia narrada por el realizador. Parte del enigma y la magia del cineasta japonés reside en que el espectador participativo recorre este proceso en las dos direcciones, de manera que el protagonismo se reparte y oscila entre la casa y los personajes. Así, especialmente en sus últimas películas, analizadas en el presente ensayo, la casa deja de ser un mero escenario de fondo para cobrar un papel protagónico.