LA DIVA EN CASA: ARQUITECTURA PARA ARTISTAS
ARQUITECTURA PARA ARTISTAS
ADAM L. BRESNICK
¿Cómo viven las divas? Eludiendo las vulgares y adocenadas mansiones previsiblemente kitsch en que suelen habitar las estrellas, Adam L. Bresnick escoge unas cuantas casas de reconocidos divos o divas que fueron diseñadas por destacados arquitectos. Casas de encargo, singulares e irrepetibles como sus dueños, confeccionadas a la medida de la personalidad desbordante e hipertrofiada del divo.
Si el hogar es habitualmente el ámbito de la intimidad de sus habitantes, en estas casas la diferencia entre lo privado y lo público se desdibuja. La teatralidad y el carácter escenográfico propios de los espacios en los que divas y divos resplandecen ante el público impregnan profundamente sus moradas. La casa se convierte en un escenario que cuenta con sofisticados mecanismos de exhibición y diferenciación.
También indaga este libro sobre la relación entre dos egos, a veces tensa y conflictiva, por imponer sus criterios: el ego de la diva, deslumbrante y extraordinario, y el del arquitecto, empeñado en establecer ideas arquitectónicas que forman parte de un sistema personal de pensamiento. Ambas posiciones se defenderán con firmeza. Este es otro apasionante viaje que nos propone Bresnick para hallar, en cada caso, el encaje más aproximado entre los deseos de tan especiales clientes y las formas con firma de reputados arquitectos.
Para ejemplificar estas cuestiones, se presentan casos escogidos en épocas y dedicaciones profesionales diversas: Josephine Baker, exótica musa de la época del jazz, y el austero y cosmopolita Adolf Loos; la bailarina y cortesana Madame Guimard y Claude-Nicolas Ledoux, arquitecto iluminista y neoclásico; el extravagante multimillonario Charles de Beistegui y el revolucionario vanguardista Le Corbusier, entre otras parejas, recorren estas páginas que finalizan con un caso verdaderamente particular: el arquitecto y divo Philip Johnson se encarga una casa a sí mismo: una casa con paredes de vidrio en la que todo y todos quedan continuamente a la vista, en perpetua exhibición