LOS NEGOCIOS DEL CAMBIO CLIMATICO
JESUS M. CASTILLO
El consenso en torno a la gravedad del cambio climático actual forma parte de lo políticamente correcto y refleja lo intocable del orden capitalista vigente. Pese a que es fácil pensar que la manera de frenar la carrera de destrucción ecológica y social es un giro radical hacia un modelo antagonista, nada semejante está en los planes de los gobiernos y las grandes cumbres.
La competitividad por la catástrofe en tiempos de crisis se ha convertido en un espacio más de negocio. Un ejemplo ilustrativo es que el mercado de emisiones de CO2 ha hecho ganar entre 400 y 500 millones de euros a las industrias cementeras, ladrilleras y azulejeras, que venden sus derechos de emisión sobrantes a las eléctricas y refinerías. Por otra parte, «compañías energéticas apuestan en la Bolsa de Chicago que las temperaturas no serán muy frías con el objetivo de ganar dinero si el invierno es templado y la gente gasta menos en calefacción. Así, compensan, especulando en los mercados, la pérdida de beneficios al vender menos energía».
La economía extractiva y el libre mercado no han necesitado del negacionismo para afrontar el cambio climático. Los falsos discursos sobre nuestra adaptación a la nueva situación y la mitigación del calentamiento global forman parte de la competición mercantil que alimenta el «¿quién frena primero?». Con la complicidad de unas instituciones internacionales cuya operatividad política se limita a la construcción de discursos para disimular la impotencia histórica que estamos viviendo, la catástrofe humanitaria y ecológica provocada por el sistema capitalista se ha convertido en el enésimo gran negocio especulativo y financiero.