MIS PLACERES DE CINÉFILO
TEXTOS, ENTREVISTAS, FILMOGRAFÍA
SCORSESE, MARTIN
En 1996, la revista Cahiers du cinéma pidió a Martin Scorsese --recién terminada su película Casino- que fuera el redactor jefe de su número 500. El cineasta norteamericano aceptó con entusiasmo y se convirtió a la vez en director, actor y narrador de un acontecimiento muy especial. Lo que resultó evidente es que, con Scorsese, el diálogo entre ambos lados del Atlántico no sólo es posible, sino también fructífero y estimulante, algo que él no cesa de alimentar como cineasta y como espectador bulímico. Mientras cuenta su vida, habla de cine. Y mientras habla de cine, de sus películas o de las de aquellos autores que admira, de hecho está contando su vida: Nueva York, Little Italy, su familia, los filmes de su infancia y adolescencia, su amistad con Robert De Niro o con los cineastas de su generación (Lucas, Coppola, Spielberg, De Palma...)... A los textos y entrevistas aparecidos en Cahiers se añaden en esta edición algunos escritos más recientes sobre Kundun o la música y elogios de Sa
En 1996, la revista Cahiers du cinéma pidió a Martin Scorsese --recién terminada su película Casino? que fuera el redactor jefe de su número 500. El cineasta norteamericano aceptó con entusiasmo y se convirtió a la vez en director, actor y narrador de un acontecimiento muy especial. Lo que resultó evidente es que, con Scorsese, el diálogo entre ambos lados del Atlántico no sólo es posible, sino también fructífero y estimulante, algo que él no cesa de alimentar como cineasta y como espectador bulímico. Mientras cuenta su vida, habla de cine. Y mientras habla de cine, de sus películas o de las de aquellos autores que admira, de hecho está contando su vida: Nueva York, Little Italy, su familia, los filmes de su infancia y adolescencia, su amistad con Robert De Niro o con los cineastas de su generación (Lucas, Coppola, Spielberg, De Palma...)... A los textos y entrevistas aparecidos en Cahiers se añaden en esta edición algunos escritos más recientes sobre Kundun o la música y elogios de Sam Fuller, Robert Mitchum y James Stewart. Así, en su cartografía íntima del cine, Scorsese consigue unir sin dificultades la tradición hollywoodiense con la modernidad europea.