POESÍA
PATTI SMITH
Todo lo que escribe, da igual si son poemas, prosas o canciones, es poesía, en formas diferentes. Y su actitud hacia la poesía también es siempre la misma, parte de la imaginación y la rebeldía, no resulta en absoluto difícil ver en cada uno de sus versos a la misma mujer que se encerraba a redactarlos en el Chelsea hotel y que al leerlo parecía poseída por ellos: «¿Patti Smith? Era fantástica», dejó dicho Joey Ramone, el cantante del grupo punk The Ramones, «cada vez que leía un poema, rompía el papel o agarraba una silla y la tiraba contra la pared. Resultaba increíble, magnética». Continúa siendo todo eso, tanto cuando miras hacia atrás y lees sus poemas de Seventh heaven, Witt o Woolgathering, como cuando miras a tu alrededor y la ves con sus discos y sus libros de ahora bajo el brazo. Sigue siendo fantástica, y si uno de sus dos maestros esenciales, Bob Dylan, ha acabado haciéndose amigo suyo y cantando a dúo con ella sus canciones, estoy seguro de que el otro, Arthur Rimbaud, la hubiera considerado un alma gemela y hubiese disfrutado leyendo sus canciones y bailando sus poemas.
Todo lo que escribe, da igual si son poemas, prosas o canciones, es poesía, en formas diferentes. Y su actitud hacia la poesía también es siempre la misma, parte de la imaginación y la rebeldía, no resulta en absoluto difícil ver en cada uno de sus versos a la misma mujer que se encerraba a redactarlos en el Chelsea hotel y que al leerlo parecía poseída por ellos: «¿Patti Smith? Era fantástica», dejó dicho Joey Ramone, el cantante del grupo punk The Ramones, «cada vez que leía un poema, rompía el papel o agarraba una silla y la tiraba contra la pared. Resultaba increíble, magnética». Continúa siendo todo eso, tanto cuando miras hacia atrás y lees sus poemas de Seventh heaven, Witt o Woolgathering, como cuando miras a tu alrededor y la ves con sus discos y sus libros de ahora bajo el brazo. Sigue siendo fantástica, y si uno de sus dos maestros esenciales, Bob Dylan, ha acabado haciéndose amigo suyo y cantando a dúo con ella sus canciones, estoy seguro de que el otro, Arthur Rimbaud, la hubiera considerado un alma gemela y hubiese disfrutado leyendo sus canciones y bailando sus poemas.